Durante la década de 1930 no se registró en estudio Rigoletto, lo cual nos ha privado de tener en óptimas condiciones testimonios en el papel titular de Lawrence Tibbett y Carlo Tagliabue. A ambos se les puede considerar como epígonos del barítono decimonónico. En 1938 se alternaron en funciones ofrecidas por el MET, pero los fragmentos existentes del desempeño del italiano no me son conocidos. En cambio de Tibbett, estrella de la casa, se pueden escuchar dos funciones completas.
Lawrence Tibbett como Rigoletto
Este registro muestra a Tibbett en plenitud total. El sonido no es tan malo. Está casi completa, pero falta, ay, todo el dúo del Segundo Cuadro de Rigoletto y Gilda (Sólo se escucha un maravilloso ataque a "Deh, non parlare al misero") Tibbett exhibe una voz colosal, más al estilo de un barítono wagneriano (sus "Adioses" de Wotan con Stokowski son magníficos) De esta forma estableció el paradigma de Rigoletto titánico en el MET, tras las eras de Amato (su declive ya era claro en 1916) y de Luca (aún lo cantó en los años 30) Aquí se escucha una voz en la estela de Ruffo, potente, cálida y sombreada, con ciertos tintes nasales y estentóreos al subir al agudo. Este Rigoletto adolece en general de cierta hipertrofia expresiva y vocal, con una tendencia al lucimiento de unos medios privilegiados. Además Tibbett practicó un histrionismo escénico (más acusado que el vocal) muy del gusto americano: fue también un actor de cine famoso. Esta perspectiva exagerada se puede escuchar en "Pari siamo", donde Rigoletto se entrega a un declamado altisonante que tiene más que ver con el drama musical que con el melodrama. Sensación confirmada por la pesante "Cortigiani, vil razza", donde resulta demasiado grandioso y heroico. En vez de la invectiva de un personaje desvalido, adquiere una agresividad más propia de la cólera de Amonasro. Nótese que el ataque de "Cortigiani" recuerda más que ligeramente a Ruffo. Sin embargo Tibbett también podía plegarse a los matices de la partitura con eficacia expresiva: así en el comienzo de "Miei signori", a media voz y con estupendo legato o los acentos conmovedores del dúo final ("Angiol caro...") Magníficos los ataques de "Solo per me l'infamia" y "Piangi, fanciulla" o el regulador de "Un vindice avrai". Resumiendo; una voz magnífica, con algunos matices producto de la imitación de Ruffo, escuela estupenda pero a veces víctima de ciertos vicios y exageraciones que años después se harían endémicos en los barítonos. Además de una prosodia italiana que no llegó a dominar, olvida varias líneas del texto de "Miei signori, perdono" y el Final. Tibbett no hablaba el idioma y se aprendía fonéticamente los libretos.
Se suele hablar de temprano declive de Tibbett ya en estos años, recordemos que se retiraría temporalmente en 1941 debido a una crisis espasmódica laríngea (y su pronunciado alcoholismo) Sin embargo en este caso no se perciben muestras apreciables de ocaso y al contrario, ha madurado mucho el personaje respecto de la función de 1935 (sólo llegó a cantar unas cuarenta funciones de la ópera en el MET) En el primer acto sus burlas son ligeras e irónicas, llegando incluso a trinar en la parodia de Monterone. Es una lástima que imitara las risotadas de Stracciari durante "Novello insulto! Ah sì a turbare". Por fin podemos escuchar la tersura de su media voz en el dúo con Gilda; aquí frasea con imaginación alcanzando momentos tocantes en "Ah, moria" o alados y extáticos en "Veglia, o donna". De nuevo sutil en su escena con los cortesanos del Acto II, con una tinta dolorosa cubriendo sus acentos burlones. En su invectiva se toma algunas libertades de fiato y su agudo (enorme) suena nasal y duro, pero el patetismo del acento atempera al fin su heroísmo vocal. Su cantabile está enmarcado por dos momentos que contrastan con su versión de 1935: "Tu taci" y "Pietà, pietà signori", ambos a media voz, estableciando el carácter de un canto contrastado y sumiso. En definitiva, un personaje interiorizado, cada vez más volcado hacia su dolor interior. Impresionante el ataque de "Ah, solo per me l'infamia", como rumiando las humillaciones de toda una vida, dulcísimo en "Ah, piangi, fanciulla", donde las frases son casi inacabables. También es inigualable el comienzo de la cabaletta, desde el ff al ppp ("Un vindice avrai") que, a un tempo inusualmente lento, resulta eficacísima por el fraseo sibilino y siniestro. Al contrario que en 1935, la culmina con un gran lab. Nada de anticlimax en el final, donde prácticamente acuna a Gilda ("Non morir, mio tesoro") Poderosa conclusión con el sibb tradicional.
A pesar de la desconfianza que genere Pons como soprano ligera de aquellos años, canta muy bien los pasajes líricos y su voz es dulce y penetrante. Kiepura, muy famoso en su día, canta con una dicción mejorable (sobre todo la Balada y los recitativos) y agudos algo descontrolados al comienzo. Pero su timbre es dulce y ligero, capaz de sonidos delicados a la antigua. Su aria, acariciadora en "Ned ei potea soccorrerti", se cierra con un precioso dolcissimo. Es un Duque que ha quedado un poco antiguo por su sentimenalismo, pero tiene encanto.
1 comentario:
tiene buena discografia!! me acuerdo que en uno de mis viajes a galapagos, conocí a una persona que me recomendo a rigolleto. de ahi en más que siempre busco novedades de el. es un gran artista
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