10/3/13

El acento verdiano: "Testimone del vostro valor, ammirarne le prove saprò! "

Dado que es el año Verdi, intentaremos dedicarle una serie de entradas a los aspectos que han creado el mito vocal del cantante verdiano, fuente inagotable de fascinación, confusión y polémicas. Para aclarar aquello que se suele llamar acento verdiano,  se propone una breve escucha comparada de un momento tenoril particularlemente atractivo. Durante el tercer Acto de "La Forza del Destino" aparece una frase que en su concicisón sirve para definir la escritura del tenor verdiano. Tras el acartonado dúo "Amici in vita e morte", Verdi le regala a Don Alvaro una de las grandes intervenciones de la ópera: fiera, noble y viril: "Testimone del vostro valor, ammirarne le prove saprò!". Las circunstancias han hecho de Álvaro amigo de Carlos de Vargas, que ha jurado matarlo. Antes de descender al campo de batalla, ambos intercambian juramentos de amistad y se profesan mutua admiración. El barítono también tiene una frase excelente, Con voi scendere al campo d'onor, emularne l'esempio potrò, pero la escritura del tenor es aun más espectacular. Es un pasaje de bravura, de los que deben estremecer al oyente, como por ejemplo encontramos más tarde en "Al chiostro, all'eremo", que sigue al duetto "Voi che si largue cure" (sobre la que posiblemente se proponga una nueva escucha).
 
 
 
Se trata de una frase que comienza sobre el do central, salta a un arrogante lab (una blanca) y sigue con un caracoleo por el pasaje para rebotar hasta el sib, la nota aguda verdiana por excelencia.
 
Además de superar la dificultad técnica estricta, se requiere una forma especial de morder la palabras, de escandirlas, en definitiva de darles énfasis y un carácter, reflejando así la situación dramática. Esto es lo que suele llamarse acento y es la mayor dificultad de cantar Verdi, puesto que la energía que debe darse a la emisión nunca debe suponer esfuerzo, ni la claridad de la declamación rotura del legato.

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Como espectáculo, Franco Corelli parece imbatible. Al igual que en la mayor parte de los ejemplos escogidos, incorpora una pausa razonable entre ("valor" y "ammirarne") y prepara el sib enlazándolo al intervalo sol-lab anterior. Entre las virtudes: arrojo, seguridad y un gigantesco y squillante sib, pero en la segunda mitad de la frase el acento, el énfasis, se desinfla un poco. Lógicamente, el alarde desequilibra el conjunto.

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Por su parte, el joven Josep Carreras (hacia 00:50) ya se movía en el límite entre lo cantando y lo gritado. No hace pausas, pero el salto al lab suena forzado y aunque le sobran slancio y caudal, el sonido es más bien fibroso. El énfasis y la energía se cobran forzaduras en su voz lírica.

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Nítido, vigoroso y squillante, Richard Tucker parece un poco comedido para sus modos habituales. Hace la pausa y toma el sib con un curioso efecto arcada.

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No es sorprendente que Plácido Domingo (2:40), estando además bajo la guía de Muti, respete lo escrito y cante toda la frase sin pausas. Maduro pero fresco de voz, todo marcha bien hasta el sib, tomado con evidente esfuerzo y más bien pobre.

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Incluso en una de sus grandes veladas Carlo Bergonzi (hacia 00:40) pasa un poco de puntillas por la frase. Los agudos son discretos por metal y duración. Lo que suena antes es el presunto barítono John Shaw.
 
 
Años más tarde (Liceo, 1971) el mismo Bergonzi muestra mayor vigor y acentos más fieros, bien que no pueda competir en cuanto a squillo con Corelli o Masini. Sin embargo es ejemplar la sabiduría con que afronta el sib y aún conserva energía para acentuar las siguientes palabras ("le prove saprò"), apoyándose en consonantes sonoras y vibrantes. Tiene también interés el fraseo de su compañero, el barítono Herlea.

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No hace una elección sabia Mario del Monaco (00:20), que comienza con arrojo y virilidad, pero introduce la pausa a destiempo y ataca directamente el sib, normalmente su mejor nota, pero aquí más bien abierta.

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Caso aparte es Galliano Masini, cantante cuyos timbre broncíneo y modos aguerridos imitaron tanto del Monaco como Corelli. Hace la pausa lógica entre el lab de "valor" y "ammirarne". Slancio, nobleza, squillo a raudales y tensión hasta el final: Masini jamás estuvo mejor que en este registro, estableciendo un paradigma de tenor verdiano. También es el mejor acompañado, porque no se encontrará ningún barítono más nítido y altisonante que Tagliabue. De todos los escuchados, posiblemente sean los más creíblemente caballerescos.

Agradecemos al forero Rupert de Hentzau su aportación bergonziana a la cata.