Crece la atención de los teatros españoles hacia las óperas de Leoš Janáček y siguen confirmándose las buenas condiciones actuales - escénicas, vocales - para representarlas.
La ficha técnica de la representación.
La producción del Teatro Moravo-Silesio de Ostrava, como no podría ser de otra forma, es tradicional y presenta en toda su sencillez el aspecto nacionalista, incluso pintoresco, de la ópera. Recordando que el título de la obra teatral de Gabriela Preissová era Její pastorkyňa, "Su hijastra", la acción refuerza el papel central de la Sacristana, una figura ominosa en el primer Acto y desgarradora y trágica en los siguientes. Hubo algunos detalles fantasmagóricos en el segundo Acto que no parecieron tener demasiado sentido.
Fue una buena función, a pesar de que Elena Prokina no llega a hacerle justicia al papel titular. Su voz corresponde a una soprano lírica y resulta muy exigida por una escritura característicamente ardua: el agudo se abrió en los pasajes más dramáticos, falto por tanto de metal para sobrepasar la orquesta. Sin embargo el mayor problema de su emisión se presenta en el registro medio, apagado y falto de sonoridad hasta el punto de que podría hablarse de agujero en esa tesitura, lo cual sorprende en una cantante que aún es joven. Inevitablemente el fraseo en esa zona se resintió, perdiéndose incluso bajo un acompañamiento moderado. El papel también pide cantar a media voz en muchos momentos de singular recogimiento (la oración del segundo acto), pero éstos perdieron su expresividad debido a la tendencia de la media voz de Prokina a quedarse "atrás" (atrapada en la garganta). De nuevo estamos ante una cantante con buenas intenciones a la que los problemas técnicos impiden realizarlas.
El punto fuerte de la noche fue la Sacristana de Agnes Zwierko, con una voz de mezzo robusta, acerada y quizá algo cavernosa en el grave, que sin embargo mostró matices suficientes para suscitar empatía y que el tremendo personaje no se convirtiera sólamente en un mostruo. Su actuación fue autoritaria, pero con ofreciendo claroscuros vocales que transmitían la evolución del personaje a través de sus monólogos. Impresionante en la escena donde decide matar al bebé de Jenůfa y estremecedora su exclamación "Jako by sem smrt načuhovala!" (al final del Acto II): amplia, penetrante, terrible. Al final de la representación el reparto (que le cedió el último lugar para los saludos) y el público reconocieron su estupendo trabajo. Zwierko ya fue apreciada en este papel en La Scala.
Los tenores encargados de Laca (Michael Hendrick) y Števa (Miroslav Dvorský) exhibieron la acostumbada técnica diletante a la que se ha resignado el público, convencido de que la emisión de agudos feos y durísimos es sinónimo de veracidad dramática. Las voces de ambos muestran la típica robustez del timbre engrosado y gutural, que en un teatro de pequeñas dimensiones puede ser válida pero siempre vulgar y de valor estético escaso. Las frases de Števa en el dúo con Jenůfa ("Eres la más bonita de todas", Acto I) que piden el timbre brillante y juvenil del tenor romántico, fueron despachadas por Dvorský con sonidos inclasificables como musicales, más bien pertenecientes a la fauna propia de la granja. Hendrick se mostró un poco más sensible y seguro hasta el final, aunque tampoco su súplica "Incluso eso soportaré por ti" fue digna de producir la catarsis conclusiva, la entrega de Jenůfa al amor verdadero, que tan bien retrata el acompañamiento orquestal.
La ficha técnica de la representación.
La producción del Teatro Moravo-Silesio de Ostrava, como no podría ser de otra forma, es tradicional y presenta en toda su sencillez el aspecto nacionalista, incluso pintoresco, de la ópera. Recordando que el título de la obra teatral de Gabriela Preissová era Její pastorkyňa, "Su hijastra", la acción refuerza el papel central de la Sacristana, una figura ominosa en el primer Acto y desgarradora y trágica en los siguientes. Hubo algunos detalles fantasmagóricos en el segundo Acto que no parecieron tener demasiado sentido.
Fue una buena función, a pesar de que Elena Prokina no llega a hacerle justicia al papel titular. Su voz corresponde a una soprano lírica y resulta muy exigida por una escritura característicamente ardua: el agudo se abrió en los pasajes más dramáticos, falto por tanto de metal para sobrepasar la orquesta. Sin embargo el mayor problema de su emisión se presenta en el registro medio, apagado y falto de sonoridad hasta el punto de que podría hablarse de agujero en esa tesitura, lo cual sorprende en una cantante que aún es joven. Inevitablemente el fraseo en esa zona se resintió, perdiéndose incluso bajo un acompañamiento moderado. El papel también pide cantar a media voz en muchos momentos de singular recogimiento (la oración del segundo acto), pero éstos perdieron su expresividad debido a la tendencia de la media voz de Prokina a quedarse "atrás" (atrapada en la garganta). De nuevo estamos ante una cantante con buenas intenciones a la que los problemas técnicos impiden realizarlas.
El punto fuerte de la noche fue la Sacristana de Agnes Zwierko, con una voz de mezzo robusta, acerada y quizá algo cavernosa en el grave, que sin embargo mostró matices suficientes para suscitar empatía y que el tremendo personaje no se convirtiera sólamente en un mostruo. Su actuación fue autoritaria, pero con ofreciendo claroscuros vocales que transmitían la evolución del personaje a través de sus monólogos. Impresionante en la escena donde decide matar al bebé de Jenůfa y estremecedora su exclamación "Jako by sem smrt načuhovala!" (al final del Acto II): amplia, penetrante, terrible. Al final de la representación el reparto (que le cedió el último lugar para los saludos) y el público reconocieron su estupendo trabajo. Zwierko ya fue apreciada en este papel en La Scala.
Los tenores encargados de Laca (Michael Hendrick) y Števa (Miroslav Dvorský) exhibieron la acostumbada técnica diletante a la que se ha resignado el público, convencido de que la emisión de agudos feos y durísimos es sinónimo de veracidad dramática. Las voces de ambos muestran la típica robustez del timbre engrosado y gutural, que en un teatro de pequeñas dimensiones puede ser válida pero siempre vulgar y de valor estético escaso. Las frases de Števa en el dúo con Jenůfa ("Eres la más bonita de todas", Acto I) que piden el timbre brillante y juvenil del tenor romántico, fueron despachadas por Dvorský con sonidos inclasificables como musicales, más bien pertenecientes a la fauna propia de la granja. Hendrick se mostró un poco más sensible y seguro hasta el final, aunque tampoco su súplica "Incluso eso soportaré por ti" fue digna de producir la catarsis conclusiva, la entrega de Jenůfa al amor verdadero, que tan bien retrata el acompañamiento orquestal.
El resto del reparto cumplió con afinidad hacia el idioma y el estilo de canto dialogado que el autor implantó en ésta, su primera obra maestra (sobre todo en lo que concierne al hipnótico y desolado segundo acto). Oliver von Dohnányi guió con nervio la narración, extrayendo de la orquesta el sonido áspero y ácido que se asocia a Janáček, pero coloreado y modulado cuando fue necesario. La cuerda quedó algo falta de fuerza en la conclusión, aplastada por los metales. Muy buena actuación del Coro, vigoroso y chispeante en los números populares.
Sólo hubo que lamentar que se hicieran pausas largas entre actos, lo cual extendió la recita hasta las 23:15, y el patio de butacas medio vacío (entradas a 120 euros).
Sólo hubo que lamentar que se hicieran pausas largas entre actos, lo cual extendió la recita hasta las 23:15, y el patio de butacas medio vacío (entradas a 120 euros).
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