8/7/11

Audiciones intempestivas: "Christus"

Es difícil recordar alguna obra en la que un gran compositor pusiera tanta ambición y esfuerzo como Franz Liszt dedicó a "Christus" y que haya sido más incomprendida, cuando no sencillamente ignorada. Por un lado, las esperanzas del compositor en cuanto a reformar con ella la música religiosa de su tiempo nunca se cumplieron, empezando por el rechazo de la propia Iglesia católica hacia sus avanzadas propuestas. De otra parte, la partitura no ha logrado encontrar un sitio en las salas de concierto, seguramente debido a su exigencia y ambigua clasificación (como en el caso de las "Escenas del Fausto de Goethe" de Schumann). Iniciado en los años de Weimar, los más productivos de su vida, a Liszt le llevó más de trece años completar un monumental y atípico oratorio que incluye mucha de la mejor música que compuso.

Es inútil negar que también en este caso la escritura resulta prolija o decorativa en algunos pasajes, como la insistencia en la vena pastoril de la primera parte. Tampoco la fuga que remata la obra deja de parecer un tanto convencional pese a su espectacularidad. Sin embargo la partitura ofrece un retrato completo de las múltiples facetas de la inspiración de Liszt: iluminado, místico, audaz, humilde, recogido, lírico... Es además fascinante como hace suyas diferentes tradiciones de la música religiosa: el canto a cappella (con acompañamiento de órgano) en el sereno "Stabat Mater Speciosa", la letanía en las "Bienaventuranzas" y el Gregoriano en el "Himno de Pascua". En cambio, en el "Stabat Mater dolorosa" se percibe la influencia del primer Romanticismo (Rossini) y varias secuencias son Poemas Sinfónicos completamente desarrollados en un lenguaje plenamente moderno, como el del "Milagro", que está íntimamente relacionado con "Los años de peregrinaje". Quizá las cumbres se encuentren en "La marcha de los Reyes Magos" y "Tristis est anima mea". En el primer caso tenemos un poema sinfónico de fuerte color húngaro que incluye una felicísima invención melódica para representar la estrella de Belén. El segundo, que abre la "Pasión", es un recitativo y arioso de Jesús lleno de conflictivas armonías y una línea vocal que consigue ser a la vez augusta y desgarradora.

No existen más de tres grabaciones de "Christus". Particularmente había conocido la obra en la de Helmut Rilling (Hänssler Classics y Brilliant) pero en Spotify está disponible la de James Conlon, con un valor seguro como es el estupendo Tom Krause, superior a un Andreas Schmidt vocalmente mermado.


Seguro que para más de uno supone una revelación.

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