Lentamente avanzamos por el corpus sinfónico de
Anton Bruckner y aprovechamos para incidir en uno de los aspectos más complejos del mismo: la existencia de varias
versiones de algunas de las Sinfonías, ya sean revisadas por el propio autor o por sus
bienintencionados – aunque
abusivos – discípulos.
Es el caso de la
Quinta Sinfonía en si bemol, que no llegó a interpretarse en vida de Bruckner tal como la concibió, sino con las modificaciones que introdujo
Franz Schalk para su estreno en
1894.
La revisión, en la que poco participó Bruckner debido a su estado de salud, incluye numerosos
cortes – el inevitable en la
ripresa del
Scherzo, por ejemplo – y el refuerzo en la instrumentación del Coral del último tiempo, que Schalk además
mutiló sin piedad.
Esta Quinta, hoy proscrita, fue la que aprendieron no sólo los músicos de la
Filarmónica de Viena, sino los mayores directores de orquesta alemanes de finales del
S XIX. Y es ésta la
tradición interpretativa a la que se aferró obstinadamente
Hans Knappertsbusch, quien nunca se interesó por la
Urfassung (también se mantuvo fiel a la versión
Loewe de la
Cuarta) Por tanto, bien podemos decir que estamos ante una versión
auténtica de una obra
espuria.
Es la personalidad de
Kna la que justifica el conocimiento de esta Quinta. Por ejemplo la manera con que integra la misteriosa introducción en la estructura del
Allegro, mediante un tempo
Andante, que Ángel Mayo calificó jocosamente de “herético”, y que más que introducir la Sinfonía, la lanza. El sonido del Kna puede ser
penetrante, hiriente y
fulmíneo, mas nunca masivo ni estruendoso; los violines son
incandescentes, los violonchelos cantan con voz de barítono en el extático
Adagio. El discurso de la Quinta se desarrolla en monumentales
bloques que alternan con silencios, y ésa es la lógica constructiva que mejor dominaba Hans el Rubio, el enemigo de los ensayos, el gran
improvisador. La Quinta, la más esquiva de las Sinfonías de Bruckner en su permanente dicotomía entre lo
humano y lo
divino, culmina en un
Finale que es la música más
ambiciosa que escribió el compositor austriaco. La cita de los movimientos precedentes, es más que una reverencia a la
Novena beethoveniana, pues Bruckner va más allá que su admirado modelo, integrándolos en una colosal fuga que constituye un desafío
intelectual digno de
Bach. Poco importa la ostentosa instrumentación de Schalke en la peroración final, con platillos, triángulo y vientos reforzados, pues no podemos más que admirar el talento de Kna para levantar el edificio sonoro. Nos vamos a permitir citar lo que nos decía hace poco
Alberich sobre la dirección de
Knappertsbusch en los Adioses de Wotan: “Es de esos pasajes en los que, cuando parecía que el
crescendo terminaba, Kna se levantaba de la silla y aquello seguía y seguía. Alucinante.”
Disfrutadla.
http://www.sendspace.com/file/hro0te
4 comentarios:
Gracias Gino, tenía muchas ganas de escuchar esta quinta.
Dear Gino
Thanks very much for this Kna B5 which I am utterly appreciating...perhaps you could also indicate date of recording for those like me who are interested in such early Bruckner performances...please post more Bruckner by Giuseppe Sinopoli...best wishes and greetings from Malta...martin
1956
Thanks for the date as well dear Gino...regards...martin
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