Las últimas obras de un artista siempre se han visto rodeadas por cierta aura mística, y en el mundo de la música aun más.
Tal es el caso de la
Sexta Sinfonía en si menor de
Piotr Ilyich Chaikovski, escrita poco antes de su muerte y considerada universalmente su testamento íntimo y musical. Al margen de las especulaciones sobre su mensaje oculto (¿sus intenciones de suicidarse?) es una de sus obras maestras, quizá la más redonda de sus sinfonías, pletórica de inspiración y
energía creativa, que contrastan con la profunda crisis personal de sus últimos días. Personalmente, es una música muy ligada a mis primeras audiciones del género sinfónico, y le tengo gran estima y amor.
Planeado a gran escala, el movimiento inicial se abre con una introducción lenta que parece completar un arco expresivo iniciado con las de las dos anteriores Sinfonías: el destino como
amenaza en la
Cuarta (trompas y trompetas); como algo aceptado con
resignación en la
Quinta (clarinete) y finalmente, consumado,
destruyendo la
esperanza, en las cavernosas sonoridades de fagot y cuerda grave de la
Sexta. A pesar de ceñirse a las estructuras clásicas, Chaikovski nunca se sintió cómodo desarrollando sus ideas desde un punto de vista estrictamente musical; por ello planeó sus últimas Sinfonías siguiendo
programas (la influencia de
Liszt es palpable) que introducían un elemento narrativo, dramático y diríamos confesional en su música, alejándola de la llamada música pura sinfónica (aunque conservando una coherencia excepcional). La
"Patética" (1) es la cumbre de esta concepción de la sinfonía como
confidencia y despojamiento sentimental y llegó a influir en otro músico que situó su percepción de la vida en el centro de sus Sinfonías:
Gustav Mahler.
No se pueden negar en este
Adagio introductorio los ecos del Preludio al Acto III de
Tristán, a pesar de haber considerado Chaikovski que era su obra "más personal". El
Allegro desarrolla de forma obsesiva la idea principal. El segundo bloque de ideas (re mayor) es uno de los más hermosos periodos líricos que nunca escribió, y viene a traer algo de consuelo, pero siempre subyace una triste resignación. Sin embargo, la sección central cede a la
desesperación y aun al
terror: ecos de un canto llano de la
Misa de Difuntos Ortodoxa, aun más inquietantes cuando suenan
sotto voce, expresan una profunda obsesión con la muerte.
En el segundo tiempo encontramos un
valse irregular (de nuevo en Re), cuyo compás de 5/4 crea una sensación de fragilidad conmovedora, reforzada por la sección central, melancólica sin remedio. Ya ni la contemplación de la belleza alivia el dolor.
En una sinfonía tan personal como ésta, resulta chocante el tercer tiempo, originalmente planeado para retratar las "decepciones de la vida" y que acabó siendo un excepcional
scherzo sinfónico, quizá la mejor pieza de
música pura que nunca creara Chaikovski (y una de mis favoritas). Combina un
moto perpetuo y una marcha (en mi mayor) que acumula energía y pasa de una sección instrumental a otra, hasta que se hace irresistible y llega a un
tutti pletórico, verdadera
apoteósis de la orquesta Romántica.
Después de tal derroche de energía, Chaikovski debió de concluir la necesidad de un final lento a la Sinfonía. En una sencilla forma ternaria de
Lied, se basa en dos motivos descendentes, el primero de ellos, tenebroso y obsesivo. El segundo,
cantabile y más adornado, se inicia en un anhelante Re mayor, pero termina tiñéndose, tras un clímax de
desesperación, del sombrío si menor del inicio. Los contemporáneos de Chaikovski asistentes al estreno, entre ellos
Rimski, se sintieron consternados por este
Adagio lamentoso: la negrura de sus útimos compases no ofrecía esperanza ni salida algunas, el silencio de la
nada estaba al alcance de la mano.
Y para esta música extremada, escogemos una interpretación excesiva, la de
Leonard Bernstein con la
New York Philharmonic Orchestra (1986). Como muchos de sus registros de aquellos años, esta Patética ha sido adorada por unos y vapuleada por otros. Personal,
comprometido, lúcido, con una entrega y
convicción que rozan lo paroxístico, Lenny proyecta la Sexta hacia el futuro, concretamente hacia
Mahler, en cuya Sexta (otra Sinfonía que acaba en
cataclismo) sin duda pensaba al dirigir el Finale, cuyas siniestras sonoridades son uno de sus mayores logros. También es destacable la aplastante pero inútil fuerza del
scherzo, un gigante con pies de barro en manos del director norteamericano, o en el terrible
fff que precede a la recapitulación del primer tiempo.
Caprichoso,
decadente, ególatra, más preocupado por hacer un gran Bernstein que un gran Chaikovski, la crítica se ha cebado con la lentitud del Finale o la retención del
tempo en el
scherzo, poniendo esta Patética como ejemplo de la irracionalidad y el culto a su propia personalidad del último Bernstein.
A vosotros os corresponde decidir.
Puede que éste sea el inicio de otro ciclo de audiciones en esta Bitácora, depende de lo que llegue a motivarme el asunto, y de vuestro interés. Quizá se complementen las obras tardías con otras de juventud, de manera que se trace una especie de
Alfa y Omega, quizá insistamos en las partituras finales, ya se verá.
Disfrutadla (es un decir)
http://www.megaupload.com/?d=C7FDDC2W(1) Título que en ruso expresaba algo así como "lleno de pasión y sufrimiento"
2 comentarios:
Estimado Gino,
hace mucho que no sube música a este blog, y los que recibimos con suma alegría el anuncio de que colgaría la obra completa de Rachmaninov, y más cuándo supimos de las extraordinarias interpretaciones de que constaba, ahora estamos un poco abatidos por la presumible pérdida de esa maravillosa colección. Sería abusar de su generosidad pedirle que atendiera esa promesa, pero le aseguro que le estaría de por vida agradecido si lo hiciera. Sino, seguiré leyéndole en foro clásico, y aprendiendo de usted. Como le dije en una ocasión, es usted, junto con algunos otros, un "sherpa" musical para mí.
Un agradecido abrazo.
Entono el mea culpa por descuidar el ciclo Rach, pero prometo colgar algo antes de fin de año.
?alguna petición?
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