5/12/19

La discografía de Rigoletto (XI)


Esta edición debe de haberse reeditado por Walhall y digitalizado y distribuido en la red desde hace poco, porque en su momento conocía su existencia por venir relacionada en Il teatro d'Opera in disco pero nunca la había visto disponible. Tiene bastante interés y por eso creo que merece la pena recuperar esta serie después de tanto tiempo. Es una grabación de 1961 en francés, como aún se cantaba todo el repertorio en los teatros de Francia. El idioma no representa problema tras la primera escucha: de hecho algunos textos suenan muy bien.

Jesús Etcheverry hace valer la elegancia y la precisión rítmica de su dirección, desde un comienzo algo rutinario (el preludio ciertamente no anima mucho a proseguir la escucha). Es llamativo el respeto por la duración y definición de las notas cortas, tanto de la orquesta como de los cantantes (por ejemplo, al final del Cuarteto). El sonido de su orquesta es nítido y equilibrado. Sin embargo, es un poco metronómico y sólo parece darle cierta libertad a Vanzo. Tampoco tiene un gran relieve dramático, dejando esa parte a los solistas. El acompañamiento de la escena nocturna de Rigoletto y Sparafucile está muy bien tocado, pero falta la atmósfera y permite que casi todo lo canten en forte. En la Invectiva del Acto II, donde realmente dice algo personal es en en la sección lírica, acompañando el cantabile (oboe y chelo). Con todo, le basta para obtener una ejecución superior, en precisión y limpieza, a lo que grabaron algunos italianos en esos años (Erede, Molinari-Pradelli, Serafin). Como anécdota, en el tercer Acto se incorporan efectos especiales: resultan eficaces sin ser invasivos. Menos positiva es la fidelidad a los cortes y ciertos añadidos rancios, en particular los sobreagudos de Doria.



Alain Vanzo, jovencísimo en 1961, propone un Duque completamente decimonónico, casi anacrónico entonces: un tenor de gracia en todos los aspectos, empezando por la emisión siempre nítida y brillante pero caracterizada por una llamativa suavidad (que muchos oyentes no encuentran atractiva). Parece claro que Vanzo no empleaba la técnica del sonido cubierto, sino otro método, sea la llamada voix mixte o lo que fuere. Es sabido que en otros cometidos esta forma de emitir resultó frágil, como le pasaba a Georges Thill, pero en este caso contribuye a crear un personaje ensoñador, amoroso, casi adolescente. En todo caso, Vanzo muestra una emisión que resuelve el equilibrio y unión entre los dos llamados registros de la voz masculina: un centro que no carece de amplitud y una zona superior en la cual la intensidad del sonido crece con la altura. En este sentido, me parece que se muestran las limitaciones de la moderna propuesta de tenor ligero de Flórez y sus seguidores, cuyas voces parecen carecer de centro, encapsuladas en la llamada máscara. Desde luego, Vanzo también muestra limitaciones: en el extremo inferior (como se escucha en algunas caídas al grave de Bella figlia dell'amore) y por eso puede que se suprimiera la cabaletta "Possente amor". Por otro lado, la calidad está asegurada hasta el si agudo, pero el reb grabado al final del dúo con Gilda queda como una mancha en el registro. Si interesante es la fonación de Vanzo, aun más lo es su canto, en plena consonancia con aquella: refinadísimo pero sin que ello excluya una amplitud de fraseo magistral. Es decir, distinto del formato "mini" que, nuevamente, ha propuesto Flórez. El legato, igualmente magnífico. Ahí está la facilidad con que navega por "Parmi veder", no sólo "llenando" las frases, sino dominando la temible tesitura, regulando color e intensidad. Se incluye la cadencia con sobresalientes resultados. La misma elegancia domina todas sus intervenciones. Es posible que echemos de menos acentos y modos que solemos asociar a lo "verdiano": slancio, un poco de agresividad o expansión. En este aspecto, es algo más incisivo en el recitativo "Ella mi fu rapita". Pero estamos ante un Duque galante, un poco melifluo, incluso en el acto III, donde otros se muestran un personaje que está en su salsa entre plebeyos. Canta divinamente el solo que lanza el Cuarteto y se permite reguladores sobre los sib, pero resulta menos persuasivo en este Acto que en los demás. Uno tiene la idea de que el Duque debe ser un gran Actor capaz de representar un personaje cortesano en la primera Escena, amoroso pero púdico en la Segunda y un sinvergüenza en el Tercer Acto. Vanzo cincela tanto "Questa o quella" (es magistral como aligera los "Non, non") como el minué; está intenso en el dúo con Gilda, pero siempre teniendo presente que canta para una doncella. Evidentemente, no es el caso de Maddalena y aquí parece que falta algo respecto a otros Duques. Eso sí, tiene su atractivo su forma ligera y despreocupada de cantar "La donna è mobile".

Robert Massard es también un cantante, tanto por carrera como por discografía, asociado al repertorio francés, si bien llegó a cantar cien papeles. También era joven en 1961 y estaba en gran forma: una estupenda voz de barítono de medio carácter, que podría pasar tranquilamente por dramático. Un instrumento amplio, robusto, magníficamente emitido en toda la gama: no se escucha aquí ni un sonido sordo o forzado. Es probable que en 1961 ya tuviera debutado el papel en vivo (la Opéra de París no dispone de base de datos, así que no lo he podido comprobar) porque se percibe una teatralidad consolidada. Ante todo, Massard domina la expresión patética, esencial en la grandeza del personaje. Hay algún declamado y no faltan los añadidos espurios (final de Acto I) pero lo que se impone es el acento y la expresividad de su voz. Tómese por ejemplo la culminación de "Pari siamo" que en francés es "Si je suis méchant- Ils ont perdue mon âme!": acento terrible pero sin dejar de cantar y un timbre que no pierde la tersura aun en el gran forte. Esto para mí es lo verdiano. También es ejemplar el "Solo per me l'infamia". Siempre he pensado que lo que distingue a un grandísimo bufón son las escenas con Gilda, en las que debe emerger la tragedia del padre. Massard sabía emitir bien su voz en la zona que emplea Verdi en ambos dúos y como legato hay poco que reprocharle. La calidez y la ternura están bien reflejadas en "Deh, non parlare" (por desgracia, se corta la primera estrofa de "Veglia, o donna") y el dolor en "Piangi, fanciulla". Se le escapan las dinámicas más suaves (Rigoletto es de una exigencia técnica extrema) pero se percibe la intención de dulcificar el sonido. En cuanto a la gran escena, tenemos una sólida invectiva, sin exageraciones ni sonidos forzados, y un gran cantabile, donde se ponen de relieve la intensidad y el calor de su timbre, el patetismo de buena ley y la buena línea. Cabe destacar que ignora los portamenti entre "Tal figlia è per me" y "Ridate a me", que se impusieron desde grabaciones muy tempranas: en sí no los rechazo, pero el problema es que en muchos casos el aire se acaba y supone irregularidades o cortes en la segunda frase. Muy preferible la opción come scritto, y apreciar la amplitud de la "cavata", la nobleza del legato y la belleza del sonido. En el otro extremo, sabe ser ácido sin extraviarse: es irresistible su burla a Ceprano (la traducción, además, funciona muy bien aquí). Un retrato verdiano completo, ajeno a las ordinarieces veristas que venían de Italia. Claramente superior a los registros de estudio de Bastianini, Merrill, Milnes...

En un nivel inferior tenemos a Renée Doria, una voz apreciable, con calibre de lírica, muy dotada para la agilidad. Tiene, además, un buen temperamento; se nota que quiere presentar una mujer de carne y hueso, nada de seres angelicales. El primer problema es que tiende a cierta sobreactuación. El segundo, es un sector agudo que no andaba falto de extensión pero sí de calidad: se perciben constricción y estridencia. Como se ha dicho, además incluye con alegría todos los agudos añadidos por la más rancia tradición y alguno más que sólo le he escuchado a ella, lo que termina convirtiendo su actuación en un rosario de añadidos que acaba por desfigurar el personaje. Eso sí, hay un par de efectos de messa di voce que no dejan de asombrar: el problema es que se nota mucho que esa era la única intención. Su mejor momento es sin duda "Tutte le feste".

Menor interés reviste la pareja de Sparafucile-Madeleine. Él es un bajo verdadero, pero no capta el "carácter" del personaje del todo (canta siempre forte en su primera aparición y el acento siempre es genérico). Ella también resulta un poco estridente.

https://open.spotify.com/album/3bEvMtFrgOMzQxTG9t7ZPZ

No hay comentarios: