3/5/09

La Creación según Haydn


Aunque normalmente esta casa no conmemora los centenarios, se hace una excepción para recordar que el 31 de mayo de 1809 moría Franz Joseph Haydn en Viena. La razón es un reciente retorno por mi parte a la obra de Haydn tras años de cierto alejamiento. Quizá cegado por el magnetismo del pathos beethoveniano durante mis primeros pasos en la música clásica, ha tenido que pasar mucho tiempo para cambiar mi percepción del estilo Clásico. Donde antes creía ver superficialidad y ornamento, ahora encuentro equilibrio, gracia y la clase de disfrute que sólo existe en el juego, concebido éste como la más alta actividad del intelecto.

Junto a los Cuartetos de Mozart y las Sinfonías de Haydn, ha sido el Oratorio "La Creación" una de las obras que han protagonizado mi particular reconciliación durante el último año.

Compuesta entre 1796 y 1798, por tanto un período insólitamente largo, "La Creación" permanece como una de las grandes obras musicales de la Ilustración, junto a "Die Zauberflöte", la Sinfonía "Coral" y la "Missa Solemnis". También posiblemente sea la más grande afirmación del genio de Haydn, por fin libre de servidumbres.

La obra se divide en tres partes que celebran la creación de la Naturaleza inanimada, la fauna y flora y la del ser humano. El libreto fue eleborado por el Barón von Swieten (activo intelectual austriaco y futuro protector de Beethoven) a partir de un extenso poema de un cierto Thomas Linley Sr., que anteriormente había rechazado Händel. La riqueza del lenguaje es inagotable, haciendo uso del estilo Sinfónico vienés pero también de giros barroquizantes (empezando por la estructura de recitativos y arias) y anticipando el gusto Romántico por la relación entre Naturaleza y hombre. La narración está a cargo de tres Arcángeles: Rafael (bajo), Gabriel (soprano) y Uriel (tenor), apareciendo Adán y Eva en la última sección.

Para abrir el Oratorio Haydn escribió un elaborado Preludio, "La Representación del Caos". Escrito en do menor, describe los primeros tiempos del Génesis, cuando todo era oscuridad y desorden sobre la tierra, con una escritura de armonías suspendidas que evita las cadencias en los finales de frase. Von Swieten sugirió la progresiva transición hacia la Luz, primero con recitativo del bajo (aún en do menor) y luego con una intervención del coro. Desde el ppp inicial, se produce el cambio a do mayor ("Licht") un glorioso fff que suscitaba aplausos del público en época de Haydn.

Así se inicia la secuencia bíblica, que alterna arias de inagotable riqueza melódica y coros de grandiosa inspiración barroca (Haydn había escuchado los oratorios de Händel durante sus visitas a Inglaterra)

La versión que escuchamos data del Festival de Salzburgo de 1965, cuando según su costumbre, Herbert von Karajan ponía a punto una grabación de "Die Schöpfung" con una serie de interpretaciones en vivo. Es sabido que el registro para la DG se completaría años después con la colaboración parcial de Fritz Wunderlich, muerto en 1966.

Karajan, contando con un sonido grandioso de la Filamónica de Viena, no desdeña la verticalidad en su dirección, pues el contrapunto está bien presente, como se escucha en los potentes Coros que rematan cada Parte. La belleza de la orquesta destaca en el Nº 12, retrato musical de una salida de Sol, quizá el pasaje donde la inspiración de Haydn alcanza su apogeo. Por otro lado sus tempi son nerviosos, teatrales, descriptivos (escúchese el Nº 21); las dinámicas variadas y expresivas, también por parte del coro (ejemplo de esto es el crescendo del Nº 19) En cuanto a la concertación de sus cantantes, como casi siempre es magistral, destacando el trabajo en los recitativos, cuya variedad de acentos y sfumature los exponen en todo su valor.

Esto es particularmente cierto en el caso de Wunderlich, extático y radiante en su primera intervención, con una voz fresca, timbradísima, de belleza seráfica. Aunque su primera aria le resulta incómoda por la tesitura grave, cautiva en el recitativo del Nº 12, de una dulzura inefable ("Mit leisem Gang") al describir el paso de la Luna. Igualmente magistral es su aria "Mit Würd' und Hoheit angetan" (Nº 24), donde la pureza de la emisión es irreprochable. Merece la pena detenerse en la frase "und Wonne zu", rematada con un crescendo magnífico. El Nº 29 hace desear que Haydn hubiese compuesto más música para Uriel. Una acuarela orquestal delicada y panteísta preludia un recitativo que el tenor alemán cincela con voz celestial.

Por su parte Kim Borg lleva con éxito el mayor peso de los recitativos de la obra. La voz es un poco áspera pero siendo un bajo neto su control de la tesitura aguda es notable. En "Rollend in schaumenden Wellen" reproduce con gracia las vocalizaciones de este curioso número, que comienza como un aria di tempesta en re menor (describe la creación del mar) y termina plácidamente en re mayor (con el solista a media voz). En el Nº 16 acentúa con gravedad el pasaje donde se cita a Dios en el recitativo accompagnato, mientras es vivaz en el Nº 21, correspondiendo el buen humor con que Haydn emplea onomatopeyas musicales (ya habían aparecido en las tormentas del Nº 3) al referirse el texto al león y otros animales. Borg además se atreve a cantar el re1 tradicional ("Am Boden das Gewürm")

Gundula Janowitz está en un repertorio ideal para exhibir la pureza angelical de su timbre, particularmente cuando podía evitar los ataques fuertes al agudo (en el Nº 5 salen algo tirantes) Su acentuación, desapasionada, virginal, se adapta perfectamente al estado de inocencia primigenia de "Auf starkem Fittige schwinget sich der Adler stolz" (Nº 15, la creación de las aves). En este caso la dulzura de frases como "Un Liebe girrt" o "Ihr reizunder" resulta insuperable. En el Nº 18, un Terceto que rompe la sucesión de arias, iguala a Wunderlich por la sencillez y candor con que sirve la melodía. La misma pureza clásica emana de su intervención como Eva en el dúo "Von deiner Güt, o Herr und Gott ", donde su voz se eleva con la pureza del cristal. Música que por muy conocida no deja de ser sublime, alada, venida de un mundo mejor.

En este caso Adán es Hermann Prey, que casi iguala el resultado de Dietrich Fischer-Dieskau en la edición de estudio por la suavidad y flexibilidad de su línea vocal, estupendamente ligada y matizada. Es costumbre emplear un barítono para Adán a fin de distinguirlo de la solemnidad del bajo que canta Rafael.



Sólo queda desearos que la disfrutéis.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias mil, tengo el estudio pero o el directo. La verdad es que una obra impresionante. He tenido la suerte de verla en directo (adivine quien dirigía: Peter Schreier :P) y fue una experiencia maravillosa.